12 de abril de 2015

Excusatio non petita, accusatio manifesta

Que es una locución en latín y viene a expresar el meollo de este post: sé que después de excusarme me declararéis culpable de abandono del hogar por ludopatía. Pero dejadme intentarlo al menos. Y como los Def Con Dos os digo: la culpa de todo la tiene -aparte de Yoko Ono- George R.R. Martin

Mientras tanto, entre chorreras... Foto: Jaume Clua


Así que, dadas las circunstancias de desapego que estoy sufriendo, no os deleitaré con mi narcótica prosa e iré al grano de una vez. Los hechos se remontan a 1948, año en que Orwell escribe su angustioso ”1984” y en el que, ironías de la vida, se crea la entrañable República de Corea del Norte. En realidad estos datos son irrelevantes en mi defensa, pero un poco de cultura nunca está de más. El caso es que ese mismo año nace el susodicho señor –George R.R. Martin- con una sola idea en mente: joder la marrana.

Él tiene la culpa de que yo ya no escriba más aquí. Sí amigos, y ya no hablo de que me gusten los libros o que espere en candeletas la nueva temporada de GOT como cualquier hijo friki de vecino. La concatenación de acontecimientos desencadenada por la saga de dragones encadenados viene a ser la siguiente, y ahora sí, voy al maldito grano:

Mi padre, hasta los cataplines de mi insistencia en hacerle tragar la serie, me propuso un trato. Fue algo como lo que sigue, “hija mía, si quieres que malgaste lagrimal y queme retina visualizando esas paridas, deberás aportar algo a cambio: una hora de troneras por una hora de ajedrez”. Pensó el hombre que con tal planazo liquidaría mis atosigantes demandas pero, ah, nada más lejos de la realidad: si para conseguir sentarlo ante la pantalla tenía que aprender a enrocarme, ya estábamos tardando en desempolvar las torres

Así empecé a fascinarme (y digo fascinarme porque viciarme es una palabra muy fea) por los caballos. [Ojo los menos avispados, no me refiero a la equitación.] Tal ha sido el enganche con este deporte que cuando tengo tiempo libre y no escalo ya solo juego al ajedrez. Ni escribo, ni leo, ni intento que nadie vea Juego de Tronos conmigo y mi primera página cuando abro el navegador ya no es el 8a.nu –perdóname, Ignacio, ahora es la segunda-, sino Lichess.org (que es como el 8a.nu pero con jaque mates en vez de encadenes). Entusiasmada estoy con esta web que os recomiendo encarecidamente a todos.



Y hasta aquí mis excusas. 

Conclusión nº1: No tengáis expectativas muy elevadas (respecto a mí, por supuesto, pero si lo hacéis extensivo en general creo que es también un buen consejo). Sé que voy a seguir manteniendo el blog, porque en algún momento tendré necesidades comunicativas. La pregunta es ¿con qué frecuencia? 

Conclusión nº2: No dejo de escalar ni que me lo pida Magnus Carlsen (este viene a ser el Ondra del ajedrez). Para que veáis que no os miento, sigo escalando lo que puedo y más, apoyando este argumento con la foto principal: La Diva, uno de los 8a’s que he podido encadenar estos días, entre partida y partida. 

Conclusión nº3: Todo por culpa de ese cretino de Martin.